Los sujetos que viven atrás de los ladrillos

Dicen que son dos o tres. No sé. No sé si son dos o tres. Lo cierto es que viven atrás de los ladrillos de las paredes que sí los tienen. A no demasiados centímetros de profundidad, en una pared común y silvestre, hallanse estos personajes en miniatura. Se parecen a aquellos que apresaron a Gulliver, mas no lo son. Salen de noche.
¿Por qué salen de noche?
No sé. Salen, no obstante.
Vale aclarar que quien de verdad los ha visto y puede dar fe de ellos, no es más que un sujeto que también vivía tras una pared. Arrepentido, el ente.
En cierta ocasión, uno de estos sujetillos que vive detrás de la pared de ladrillos, horadó uno de estos prismas e hincóse de hinojos a mirarme. Yo leía.
El tipillo me miraba como si hubiese sacado, a vivas fuerzas, un ladrillo para del otro lado descubrir un mundo inquietante.
Ay de él.
Al rato ya andábamos de grandes chácharas. Me lo llevé al bolsillo de la camisa y salimos de rotanda. Le mostré las cosas que jamás ven los sujetos que viven tras los ladrillos de los muros hechos de ladrillos. Quedó mudo de risa.
No consiguió creer que tanta gente fuese tan absurdamente parecida. Le gustaron los gatos. Cosa rara.
Como no habla demasiado, y cuando lo hace su diálogo se limita a dos o tres ruidillos en la, me le animé a la cuestión bautismal, y le puse de nombre: Enano.
El enano que vivía tras los ladrillos de la pared de mi casa que está hecha de ladrillos, se ha extraviado. Se llama Enano. No rebaza los diez centímetros.
Lo ha visto todo. Todo. Puede resultar peligroso.

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